lunes, 5 de diciembre de 2011

ENJAMBRE DE SOLEDADES




Un poema de Paqui Castillo Martín



Que mi condena sean las palabras que ahora escribo

desnudas y muertas como terrible losa

sobre estos hombros livianos que tanto quisieron

en aquellas madrugadas lívidas furiosas de llanto.

Oh, estelas del mar, frondosas nubes,

curiosas ondinas, faunos proscritos,

cabalgad como siempre por estos parajes desiertos,

insólito regalo que el paisaje hace a los ojos.

Esta ínclita tierra escarlata su llama ha prendido

en estas pobres pupilas que tanto han visto,

y en las fraguas las melancólicas brasas

son sumiso desconsuelo del galán de los infiernos.

Oh, frígidas montañas, tétricos acantilados,

elfos del bosque, longevos gnomos,

hollad como siempre mi morada marchita,

dadivosa y prístina submarina tumba.

Enterrad de mi recuerdo la persistencia de su nombre

y haced que olvide a quien siempre he amado,

como ama Argos, perro fiel, a su amo sin entrañas.

Camino por recorrer, carga perpetua

que desde el fondo del pozo en la corriente

encadena tempestades de soledad sonora.

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