viernes, 7 de marzo de 2014

Castillos en Marte (novela por entregas)

Yuok

He llegado a mi primer destino. El Brujo Azul me mira intensa y cálidamente desde sus ojuelos garzos. Apartado en la sombra, parece un camafeo que alguien hubiese tallado a conciencia y rematado en tafilete ornado en plata.
Con la mano libre me indica paso franco, y penetro en la estancia húmeda de siglos.
"Julia Martina", comienza,"has de saber que más allá de la montaña gris te espera un ejército de valientes soldados a los que habrás de liderar en tu guerra definitiva contra los secuaces de Papá".
No sé por qué, la palabra "Papá" adquiere en su boca un eco melancólico que me induce a pensar que el Brujo Azul y mi progenitor habían sido amigos en otro tiempo, muchos, muchos siglos atrás, en el helado lecho de la prehistoria marciana.
"Abre tu mano derecha, y hallarás la primera pueba de Amor", dice el mago, entornando enigmáticamente sus ojillos de ave de rapiña.
Junto a mí aparecen una rama de almendro y un huevo muy pequeño que, sobre una base estable -una de las florecillas rugosas-se mueve incesantemente. Lo que sea que haya dentro está a punto de salir al exterior. Estoy temblando, y no es de frío. Nunca así me han querido tanto como para confiarme un tan digno tesoro. Digno...e ignoto, porque no sé qué contiene. Y pregunto al brujo.
"Es un huevo de yuok", anuncia, como si ya me hubiese acostumbrado al lenguaje de los cuentos fantásticos. "Los yuok habitan en los helados picos de la montaña gris. Son mitad pájaros, mitad dragones, y entienden el idioma de los hombres. Cuenta la leyenda que si un humano cria a un yuok desde el estado ovario, el yuok se convertirá en el Primer Guardián Protector de su casa.
"No tengo casa", digo, conteniendo un sollozo, "sólo un castilo viejo del que mis miedos y mis sueños me han expulsado".
"Miedos y sueños son afanes contradictorios. Los miedos conducen al abismo, y los sueños a la cumbre de la montaña mágica".
"A veces sueño que caigo por el abismo".
"¿Y nunca has soñado que vuelas?"
"¿Es como caer?"
"Es muchísimo mejor". Al viejo le brillan los ojos mientras me golpea delicadamente con el bastón. "Sientelo".
Los pies se me llenan de aire y la rama ovárica se agita poniendo en peligro el embrión de yuok. Todo gira a mi alrededor, hasta que me doy cuenta de que soy yo quien gira. Una y otra y otra y otra vez hasta que la rama de almendro y el huevo dan a parar al suelo.
"¡Nooo! " grito con toda la fuerza de mis pulmones. "¡Yuoook!".
"Tranquila, Julia Martina. Era necesario. Mira".

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