viernes, 23 de mayo de 2014

Sombras

Vacios y soledades inmensas,
una pradera infinita y yo,
que me elevo
con la noche.
Y tengo miedo,
y no sé dónde encaminar mis pasos.
La muerte se viene
tan callando
como en los versos aquellos
y las risas se han disuelto en sombras.
Aquí, y en la eternidad,
sensación de pequeñez y de zozobra,
cae el tiempo con su pendulo,
guadaña de muchos,
humildes y reyes.
No pasara de hoy,
Cruzaré un océano
y salvaré tu ausencia.
Cristales y crisantemos
en mi tumba,
pero de nada sirven las flores
ni los espejos transparentes
cuando nadie se acuerda de nosotros.
Y un terrible despertar,
y una nota desafinada
al dormir para siempre.
¿Qué hay del otro lado?
Cuando nos llamen
y hayamos de irnos,
un fuego, una explosión súbita, 
quizás un recuerdo efímero
de quienes fuimos y
luego de la luz, el polvo, 
la oscuridad, las sombras, la nada.
Sombras, pequeñas, curiosas,
acariciando mi cadáver como alas de cuervo. 
He de volar sobre ese cuerpo
donde antes hubo vida y ahora solo
curiosas, pequeñas sombras
horadando como gota de agua
en la roca del desierto. 
¿Beberá la desahuciada del triste yelo?
¿O quedará prendida de sus pequeña sombras?
A la muerte nombrará despacio, 
con crueldad de minuto,
en cada edad sus sombras,
la muerte que se viene, tan callando,
presta a robar a la vida sus instantes de dicha.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Castillos en Marte (Novela por entregas)




Despedida

El paisaje aquí es totalmente nuevo para mis ojos. No hay en toda la extensión de terreno un sólo árbol. Pareciese como si la vida vegetal hubiese sido aniquilada de un plumazo. No hay tampoco arroyos ni regatos. Yuok y yo nos miramos, sorprendidos. ¿A dónde dirigiremos nuestros pasos? Cuando mayor es nuestra desesperanza, aparece un caminito orlado de pequeñas rocas. El caminito es tan estrecho que no podremos recorrerlo juntos a pie, y habremos de sobrevolarlo, pero mi yuok está cansado, muy cansado; palpitan los corazones de sus alas cual si fusen a estallar en mil pedazos y sé, siento, que sólo podrá acompañarme con la fuerza de sus enormes patas arrastrándose por el polvo rojizo del sediento sendero.
-Julia Martina...-comienza.
-Sí, mi fiel amigo.
-Mira al horizonte.
Más allá de todo lo visible, el sendero se bifurca y se estrecha hasta lo indecible.
-¡No!
-Sí, Julia Martina. Aquí habremos de separarnos.
-¿Tú? ¿A dónde irás?
-He de morir en este mismo instante, Julia Martina. Si no, no podrás proseguir. Te quedarías aquí celante, vigilando que no me faltase nada, queriéndome como sólo quieren las valientes niñas de Marte a sus fieles dragones pájaro. Y tú tienes un destino.
-¡Pero yo quiero quedarme junto a ti! ¡Mi destino eres tú!
-Recuerda una cosa: todo está escrito, y nada lo está. Eres lo que desees ser. Llegarás a la montaña gris por tus propios medios. Y más tarde encontrarás el medio de regresar a casa.
-Entonces, ¿te quedarás aquí, a merced de las bestias, sólo por el amor que me profesas?
-Tranquila. Encontraré la manera de regresar a la cabaña del brujo azul. Allí volveré a transformarme en semilla de amor inmortal, hasta que...
-Hasta que otra aventurera decida salir de su castillo y se tropiece con el viejo hechicero- tercio yo.
-Así es. Te quiero, Julia Martina. Recuérdalo siempre. Que el amor que nos profesamos te guíe en la elección del sendero correcto. Estás llegando al final. Siéntente orgullosa, muy orgullosa de tu logro. Pocos consiguen llegar hasta aquí, con o sin un yuok. La montaña gris se encuentra del otro lado de aquellas colinas. ¿Puedes sentir la energía que desprende? Los secuaces de Papá te esperan desde el principio de los tiempos. Guerrera de corazón valiente, has aprendido lo que necesitas para enfrentarte a ellos y vencerlos de una vez por todas.
Una lágrima corre por la mejilla de Yuok. Con el extremo de sus alas toma mi mentón y lo acaricia. Luego, se desvanece lentamente en el aire, convertido otra vez en la diminuta presencia que hallara en la cabaña del mago. Una racha de fuerte viento marciano lo eleva sobre mi cabeza y lo lleva tan lejos que ni mis pensamientos pueden acompañarlo.
Me quedo sola una vez más. Quedo contemplando el sendero, imaginando la mejor solución posible al dilema que ante mí se presenta. Inopinadamente, una voz en el viento me susurra: “toma el camino de la izquierda. Y sigue hacia abajo, no te detengas”. Yo, que hace tanto tiempo dejé de creer en dioses personales, me asusto muchísimo. Esa voz es firme y se dirige hacia mí en términos taxativos. Es una orden suprema, y no tengo más remedio que obedecerla.
Miró hacia atrás. No queda ni rastro de mi dragón pájaro, pero ahora no me siento tan desamparada. He recordado que tengo un cometido, y una meta: la montaña gris, cada vez más cerca, cada vez más cerca…todo el cuerpo me duele y mi garganta gime, quejándose del esfuerzo realizado, pero yo voy a llegar. Lo sé. No sé cómo lo haré, pero llegaré. Mientras tenga fuerzas, y camino, caminaré.

martes, 20 de mayo de 2014

Tú no vendrás

Tienes
la sonrisa en los ojos,
la miel en la boca.
No hace falta que te diga
que persigo sueños locos,
que mi maleta de cartón está llena
de recuerdos inmaculados.
Nadie ha tocado mi corazón,
y sin embargo,
allá está al fondo del armario,
como siempre que es viernes.
Ámame en silencio,
con caricias que parten el alma.
Ámame como tu sabes
y dios entre nosotros.
Hoy me siento triste,
pero no concederé tregua alguna
a las lágrimas.
Regurgitaré papel
y buscaré un lápiz
con el que enhebrar mis pensamientos.
Así será más fácil
llorar tu ausencia.
Sin sentirlo,
sólo deseando.
Abriré un camino
de luz y de dicha,
cada día será un día
nuevo sobre la tierra,
mientras en la orilla yo te espero.
A tí, navegante, que nunca supiste
quiero dedicar estas palabras
como un faro.
Cuando te entrego mi cuerpo soy otra
y otros mis fines,
hacer que olvides a las que
que solían divertirte con sus risas.
Y, sin embargo,
caída por los suelos y borracha, rota,
no consigo recordar tu nombre,
tus ojos, tus brazos, tu pecho,
el corazón tuyo tatuado en el mío.
Dime aquello que solías, una sola vez:
“Niña”, y la pena del destierro que desaparecía.
Aquí con mis grilletes soy desposada,
guerrera de la tierra con su miedo en ciernes,
perdida en laberintos de símbolos,
tinta y pluma, gavilán y lince fui.
Mas hoy, en aquestas tierras, ¿quién soy?
Apenas una meretriz mercadeando con su cuerpo,
liberta enamorada de su amo, cadenas en el viento errante,
espíritu baldío en tierra de promisión y esperanza.
Tú no vendrás...

domingo, 18 de mayo de 2014

El beso del viento



He recibido un beso del viento,
una caricia del cosmos.
mi rostro llevaba
lágrimas atroces,
era yo víctima
en una cruel guerra de palabras.
Pero vino el viento y me besó la frente.
He sentido su beso y me ha reconfortado.
Había un torbellino miserable
que me llevaba
con el león a su caverna,
con el lobo a su guarida,
con la serpiente a su nido.
Y vino el viento y me salvó del abismo,
con su beso.
He recibido un beso del viento,
ha dejado su tibia marca
en la piel de mi frente,
he sentido su beso y me ha reconfortado.
Como el agua me ha limpiado,
como el lino me ha guarecido,
como el trigo me ha alimentado,
y ya nunca más estaré sucia, ni tendré hambre, ni frío.
Y ese miedo que, atronador,
zumba en mis oídos,
se aleja con la lluvia,
montado en los pájaros de tormenta.
He recibido un beso del viento.
Jamás supe de amores tan divinos,
porque él me protege y me guía
si yerran los caminos, ay, son señales
de su mano amante, siempre abierta,
tendidos hacia mí sus brazos.
Mirto y lumbre, el viento sabe
que le espero en tierra,
arrodillada,
presta para la magia de su hechizo,
mi corazón levantado,
soñador de trampolines invisibles.
Si el viento me besa,
si el cosmos me acaricia,
¿quién soy yo para no dejarme llevar en sus brazos
hacia mí tendidos, funambulista del aire?
Hágase en mí, viento, cosmos, tu voluntad.
Amén.

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