miércoles, 4 de junio de 2014

Mientras el campo arde

Constante, definitiva,
como tu vida, como mi vida.
Un grito en la inmensa distancia
al despertar
y un son agreste
de sombras y plenitudes
encantadas
acaecidas al caer la noche
y puedo ver desde mi ventana
mitad del cosmos, infinito rumbo
Calíope en hexámetros soñando
tierras fértiles
preñada, al fin, de paz.
No siento el placer insomne
del barbitúrico, por ser
pie telúrico dormir, morir,
tal vez soñar...
Y mientras un átomo de aire
caliente mis células, 
libélulas apresadas, mancilladas, harán
triste la espera
mientras el campo arde
y yo me consumo
sin derecho a descanso
necesito respirar...
Hay un canto inmaculado
como de tiempo detenido
sin ver no es ciego, es
cautivo de mil lenguas
enhiestas, campo a través,
florestas, lirio abrupto
en roca madre, 
juez y reo
de bellezas condenadas
al olvido
y es vid, y es olivo, y es plata eso que 
de sus labios se derrama
al cantar pueblo serrano en lontananza.
Allí mora mi alma.
Donde el cordero bala
y la luna recorta perfiles
a los candiles del roquedal.
Un instante, un instante,
y la inspiración, fugaz 
como el momento, se
marcha y el alimento
como el momento fugaz se derrama.
¿Hallarán mis huesos asiento?
No tengas prisa, madrugada, por llegar;
tengo una dicha y un tormento: mientras
lo oscuro más se aferra, más constante es
mi lucha:
veré la luz nada más despertar.

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